En su
recorrido entra la enfermera, enciende la poca luz de un velador y revisa al
paciente. Pulso, temperatura y presión la conforman. Sin embargo, ajusta el
goteo del suero, verifica el sonido de la máquina que sigue el pulso y, al
presentir un dolor en el entrecejo fruncido, le inyecta un calmante en la goma
de la cánula. Apaga y se retira sin sospechar que ya rueda a su ritmo la
muerte.
Pip…
Gritos,
enojo y un cachetazo que, por la sorpresa inmoviliza el silencio. Al rato se
cierra la puerta de calle con la espalda de papá quien ignora los miedos que
imagino por su ausencia a mis cinco años.
Pip…
Niñez,
ping-pong entre padres que tratan de ganar mi preferencia con cada cumpleaños y
cada navidad. Como si el amor engalanara
las fechas o se partiera entre ellos con sus risas vacías.
Pip…
¿Traición?
No lo sé. Un dolor que callo y que se pudre por dentro junto a las lágrimas que
no lloré. Pareció que no me importaba cuando papá eligió otra mujer con nuevos
hijos y con un hechizo que no comprendí, se fue.
Pip…
Mamá,
solitaria desde el abandono, me espera a la salida de la secundaria.
Avergonzado trato de escabullirme, mas no hay refugio que me esconda de su
abrazo lleno de risas que ocultan la duda de quién fue la culpa.
Pip…
Saciado,
reconozco que dos años en la facultad solo han servido para sociales. Sin
embargo, no me arrepiento. Alicia es lo mejor que me ha pasado. Con amor y en
plena locura empezamos otra vida juntos en el departamento.
Pip…
En el
lecho, ni el frío ni luz mortecina antes del amanecer me importan. Arderé como
yesca. Tu brazo que cruza mi pecho incendia, tu aliento en mi cuello quema y tu
tibieza despierta, inexorable, la pasión…
Pip…
Con ella
la vida sigue, suma hijos y un día por apurado, oigo el grito animal de las
cubiertas de un automóvil que tratan de detenerse contra el asfalto, recuerdo
un golpe y caigo en el universo negro que me disuelve.
Pip…
Este es
el paciente, Dr., está en coma cuatro y el electroencefalograma da plano, con
muerte cerebral. Los estudios de compatibilidad indican que podrá ser un
donante vivo de corneas, un riñón, parte del hígado y al final, el corazón. Si
usted lo aprueba procedemos.
Pip…
Negrura
llena de flashes, entreabro apenas los ojos y se transforma en la oscuridad de
una habitación. Presiento un dolor por llegar, pero una mano suave y el ardor
que llega por la cánula me llevan a la inconsciencia. No tengo referencias ni
medida. Los hijos se despiden, Alicia llora y firman lo que mi grito mudo y
desesperado trata de deshacer.
Pip…
Imagino
que han pasado centurias. La falta de músculos, la piel agrietada y el latir
exangüe de mi pecho me lo hacen pensar. Silente, enfrento la soledad y con
horror veo pasar los fluorescentes en el techo del corredor mientras la camilla
avanza.
Carlos
Caro
Paraná,
4 de septiembre de 2016
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